En los años 60, los mods -con chaquetas parka verdes compradas en Carnaby Street, en el Soho- correteaban por Londres en Vespa y scooters Lambretta, tarareando himnos de The Who y The Yardbirds. Sus rivales, los rockeros, eran devotos de Johnny Kidd y Billy Fury con chaquetas de cuero negro, que se congregaban en el infame puesto de té del puente de Chelsea, a orillas del Támesis. Sus violentos enfrentamientos están bien documentados. Pero estos grupos también dieron voz a la cultura obrera:

Podría decirse que fueron los mods y los rockeros quienes desencadenaron la "invasión británica" de Estados Unidos por bandas del Reino Unido en los años posteriores. Al fin y al cabo, los Beatles -que encabezaron el asalto- se habían inspirado en ambas subculturas en varios momentos de su carrera. A principios de los 60 cambiaron las chaquetas de cuero por los trajes modernos, lo que llevó al batería Ringo Starr a afirmar con humor en 1964 que él era, de hecho, un "farsante". Las actitudes de confrontación de las subculturas rivales encenderían el combustible para grupos como The Clash y The Sex Pistols una década más tarde.

De hecho, fueron el núcleo de una identificación simbólica y tribal tan fuerte que ha dejado una huella imborrable en la sociedad hasta nuestros días. Sus devotos seguidores perduran en todo el mundo.