Eso es precisamente lo que hizo el movimiento riot grrrl. Surgido en Olympia, Washington, a principios de los 90, fue una reacción al sexismo imperante en las escenas punk y grunge, dominadas por los hombres, y bandas como Bratmobile, Bikini Kill y Babes In Toyland contraatacaron iniciando un "motín de chicas". Llenaron fanzines con ideas para inspirar, animar y motivar, y crearon música de guitarras ruidosa y descarnada que daba voz a temas como la política del cuerpo y el abuso. A menudo, sus canciones también hablaban de otras mujeres, e himnos como "Rebel Girl" de Bikini Kill siguen estando entre los más emblemáticos de la época.

Las mujeres del riot grrrl crearon sus propias reglas con su trabajo, y el movimiento se convirtió en una válvula de escape para desafiar la opresión y las expectativas sociales sobre cómo deben comportarse las mujeres. Las bandas allanaron el camino para que las mujeres músicas fueran aceptadas en géneros tradicionalmente masculinos como el rock y el punk, regalándonos de paso un movimiento totalmente nuevo de música de guitarra femenina.

Puede que la escena tal y como se conocía ya no exista, pero el espíritu de las riot grrrl ha seguido moldeando la sociedad. Sus ideas feministas sentaron las bases de grupos pop como las Spice Girls, que arrasaron a mediados de los 90 con su actitud de "girl power". Su misión de crear espacios seguros para las mujeres en los espectáculos a través del lema "girls to the front" (las chicas al frente), aún puede verse en espacios como la zona Sisterhood de Glastonbury, accesible sólo para mujeres.