1982: El hardcore marca la evolución del punk
PUBLICADO: 9 DE MAYO DE 2022
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Actuación de Bad Brains.
Creado en un principio por jóvenes desilusionados que clamaban contra el comercialismo, el hardcore punk se basaba en canciones cortas e intensas que amplificaban declaraciones políticas. Que una de las mayores bases del hardcore estuviera en Washington DC no fue una coincidencia.
La capital de Estados Unidos era -y sigue siendo- un hervidero de problemas sociales, luchas de poder y potencial revolucionario. En la Casa Blanca, los políticos promulgaban leyes que cambiaban la vida de los ciudadanos. En la escena hardcore de la ciudad, las bandas compartían sus propios manifiestos que parecían tener un impacto similar en la vida. Las canciones de Bad Brains, Minor Threat y Fugazi se enfrentaban a la discriminación y el racismo, y a veces también abogaban por un estilo de vida "straight-edge" (sin alcohol ni drogas). Fuera cual fuera el mensaje, esta encarnación del punk siempre era rápida y directa, y estaba llena de energía y vitalidad.
La comunidad fomentaba la ética del "hazlo tú mismo" (DIY), y muchos espectáculos hardcore se autopromocionaban en sótanos, garajes u otros locales ad hoc. También era una escena en movimiento. Bad Brains -que innovaron en el punk y el metal de forma primigenia en su álbum debut de 1982, sólo en casete- actuaron con tanta pasión que se les prohibió actuar en su ciudad natal. A partir de entonces se trasladaron a Nueva York y se convirtieron en mecenas del CBGB a medida que la escena NYHC (New York hardcore) crecía en la Costa Este.
Dead Kennedys en el Lyceum. Henry Rollins era conocido por sus enérgicas actuaciones con Black Flag y The Rollins Band. La banda de hardcore de San Francisco Dead Kennedys fue una de las muchas que utilizaron equipos Marshall.
Cualquiera que fuera el mensaje, esta encarnación del punk siempre fue rápida y directa, llena de energía y vitalidad.
Por su parte, bandas de Los Ángeles como Black Flag, Circle Jerks y Dead Kennedys unían a fugitivos e inadaptados de la Costa Oeste. Sus canciones eran antisistema y casi anárquicas. Esta escena quedó plasmada en su punto álgido en el incendiario documental de 1981 de Penelope Spheeris "The Decline of Western Civilization", antes de que los mosh pits, el cuero tachonado y los tatuajes caseros empezaran a definir a la comunidad a partir de ese momento. La película causó tal revuelo que el jefe de policía de Los Ángeles, Daryl Gates, intentó prohibir su difusión en 1981. En cambio, acabó en el Registro Nacional de Películas de Estados Unidos en 2016, al ser considerada digna de preservación por ser "cultural, histórica o estéticamente significativa".
No es ninguna sorpresa. La notable autosuficiencia del hardcore sigue siendo palpable en las escenas underground de todo el mundo, donde nuevas oleadas de músicos y aficionados siguen prescindiendo de intermediarios y creando comunidades apasionadas. Desde el punto de vista político, el carácter abierto de las bandas sigue inspirando a muchos a hacerse escuchar, ya sea en la música, en las protestas o en la vida cotidiana.
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