Los sintetizadores y las cajas de ritmos habían transformado la música de baile en los ochenta. El acid house, basado en los sonidos estridentes del secuenciador de bajo Roland TB-303, surgió en los clubes de Chicago en esa década y sentó las bases de la revolución tecno en el Berlín reunificado de los 90. Sin embargo, en ningún lugar la música electrónica de baile había sido un fenómeno tan grande como en el Reino Unido. Aquí, las fiestas colosales llevaban años llenando clubes en ciudades como Manchester y Sheffield, y campos y almacenes alrededor de la nueva autopista orbital londinense M25.

El icónico logotipo del smiley se convirtió en la bandera de la movida. Sus valores hedonistas estaban marcados por escenas de juerguistas de todas las procedencias bebiendo Lucozade y luciendo chaquetas de alta visibilidad y accesorios de neón. El periodo 1988-'89 se conoció como el "Segundo Verano del Amor", cuando los DJ regresaron de la meca de los clubes, Ibiza, para organizar fiestas delirantes que evocaban la libertad y la indulgencia de finales de los años sesenta.

La cultura que la rodeaba se había arraigado en el folclore después de que la Ley de Justicia Penal y Orden Público de 1994 prohibiera las fiestas rave sin licencia en las que se tocaban "ritmos repetitivos". La medida había acentuado la furia de la generación más joven contra el gobierno conservador, que ya había debilitado a los sindicatos y a la industria tradicional del Reino Unido la década anterior. Pero en 1997, el cambio estaba en el ambiente, ya que el Partido Laborista había llegado al poder para poner fin a 18 años de gobierno conservador.

Al mismo tiempo, grupos apasionantesestaban impulsando el rave desde los clubes a la corriente popular, mezclando los sonidos del techno y el acid house con la mentalidad interpretativa de una banda de rock. Mientras Primal Scream y Underworld se sentaban junto a Iggy Pop y Lou Reed en la banda sonora de la exitosa película "Trainspotting", que vendió tres discos de platino, The Prodigy marcó un punto de inflexión en 1997.

Sus exitosos singles "Firestarter" y "Breathe" fusionaban guitarras recargadas con ritmos de club y actitud punk, un sonido que alarmó a los padres de todo el mundo. Ese verano publicaron su tercer álbum, "The Fat of the Land", el mismo fin de semana que encabezaban el prestigioso Festival de Glastonbury. Encabezó instantáneamente las listas de álbumes del Reino Unido, y pocas semanas después conquistó el Billboard 200 de Estados Unidos.